Andrea ha colaborado como voluntaria con nuestra entidad durante casi el mes y medio que han durado nuestra Colonias Urbanas dirigidas a menores en situación de vulnerabilidad financiadas por el programa de Caixa Pro Infancia. Apoyó las acciones del grupo de personas educadoras de nuestra entidad. No tenemos mejores palabras que las suyas para reflejar lo que es una experiencia de voluntariado, en concreto, cuando se realiza con estas personitas

«Cuando llegué el primer día, estaba dispuesta a dar mi tiempo y energía, sin embargo, no me esperaba que recibiría cariño, dibujos de colores y muchas sonrisas.
Trabajar como voluntaria con las niñas y niños no solo me permitió enseñarles un poco de lo que sé, sino también aprender de ellos cosas que creía olvidadas, volver a ser niña y reír con una película de caricaturas, encontrar una pequeña flor en el suelo y creerla la más hermosa, hacer amigos con solo decir “Hola”.
Con ellos descubrí que el mundo está lleno de personas diferentes y, que esas mismas personas, pueden convivir juntas e incluso convertirse en los mejores amigos. Me han enseñado que todos los días se puede aprender algo nuevo: tal vez a jugar ping-pong o como dibujar un pez, a escalar una montaña o simplemente a hacer un avión de papel; pero lo que nunca olvidaré es que una disculpa calma al corazón ofendido y que incluso el abrazo más pequeño contiene el poder suficiente para sanar el alma.
Me demostraron que hay que ser valiente para seguir caminando y que está bien llorar porque eso es ser humano.
Con ellos entendí que la inocencia no es sinónimo de inmadurez, la inocencia es sinónimo de belleza y en ella se revelan todos los secretos de la vida. Los peques deberían ser peques para siempre y los adultos deberíamos volver a ser niños más a menudo».
Pues tan solo agradecer su aportación y celebrar sus palabras ¡Gracias!
